Poesía

Una colección de terribles palabras ligeramente desordenadas exprimidas de mi cráneo

Empecé a escribir poesía a partir de unos dias muy malos que pasé encerrado en la habitación de la residencia. Desde entonces, he escrito un puñado de cosas, la mayoría en mi diario, y de esos papeles las vuelco aquí. Algunas ya no representan; ni lo que soy, ni lo que siento, pero creo que es necesario conservarlas en algún lado. No son espectaculares ni pretendo ser Gloria Fuertes o Machado. Pero siempre han sido un alivio tener un poco de papel en el que esputar rimas cutres y palabras bonitas antes de que se me corroa el cerebro de las ideas y emociones descontroladas que las generan. Clica en la poesía que te apetezca. Lo sé, los titulos son terribles

Hay una garra
que aparece cuando miro el techo
o cuando me reflejo en la pantalla,
o en cualquier otro momento;
que aprieta y oprime.
Me duele el pecho

Apenas respiro,
me mareo.
Sudores fríos,
pensamientos negros:
bajo el granito
habrá consuelo.

Flores de almendro,
cielo azul
y paseo.
Hoy no será ese día.

No olvides la muerte porque a ella vas
No olvides el suelo porque de el vienes
Quedará el testigo de que amé la tierra
Quedará el recuerdo de que enfrenté a Rá
Quemaran mi cuerpo junto a los almendros
Y mis cenizas los alimentarán

Vivirán mis huesos en el suelo
Vivirán mis lágrimas en la mar
Querrá nueva gente aquello que yo quise
Y por ellos mi amor fluirá

Soy infinito y cero
Soy un podría y un quizá
Soy certeza y soy augurio
Soy aquí y soy allá

Seré poesía en tus labios
Seré mito y realidad
Seré un recuerdo vago
Y eventualmente me olvidarás

Fui vida y fui mentira
Fui esperanza y fui calvario
Fui ávaro y solidario
Fui humano y nada más

Mi cuerpo
se compone de cicatrices.
De heridas mal cerradas
de días grises
y de sonrisas falsas.

Mi mente
Es invierno esperando la primavera.
Los campos de Verdum sin tregua
Un anhelo entre tinieblas.
Un ojalá entre nunca más.

Mi cara,
el obituario de mi felicidad
Mi alma,
esa ni siquiera sé donde está
Mis lágrimas
se secaron todas.
Esperanza
La de un necio, quizá.

Cuando los tambores de ayer no suenen,
cuando los campos yazcan yermos
y mis ojos ya no vean
cantará un jilguero.

Cuando las lámparas se apaquen,
cuando los rosales queden secos
y mis manos, quebradas, ya no escriban
seguirán brotando las flores de almendro.

Cuando nadie cante las viejas canciones,
cuando de tu voz solo me queden los ecos
y de mi garganta no mane ya poesía
Romperá el alba en el cielo.

Y nuevas musicas romperán silencios,
fragancias de primavera en el fin del invierno.
Cielos limpios de azul eterno
bajo los que se pronunciarán mil te quieros.

Anoche soñé que te besaba.
No era un beso apasionado,
sino breve, tierno y silencioso.
Como un susurro.

Un roce dulcísimo,
de mis labios contra tu piel,
y de intimidad absoluta.
Solo nuestro.

Duró lo justo,
como decir te quiero.
Como una perséida
perdida en el cielo.

Era un beso de los que curan,
de los que dan un cosquilleo.
De esos que siendo efimeros
son eternos.

Luego, mientras miraba
tu dulcísima sonrisa,
desperté.

Me muero
por dejarme embrujar por unos labios
que no son tuyos de verdad.